LA SALUD NO LO ES TODO, PERO SIN ELLA TODO LO DEMÁS NO ES NADA"

jueves, 26 de febrero de 2015

REFLEXIÓN SOBRE EL MIEDO PRE-ADOLESCENCIA

El miedo es una emoción que se experimenta a lo largo de la vida, y, en un principio nos permite evitar situaciones potencialmente peligrosas.

 Las situaciones temidas van a ser distintas según la edad. En la adolescencia, o mejor dicho, entre los 12 y 18 años los miedos van a estar relacionados con las relaciones interpersonales y la autoestima. Estos miedos pueden ser descritos como algo normal asociado a la edad o pueden cronificarse y convertirse en algo clínico.

En esta etapa en la que el juicio de los demás domina tus días a la vez que tu cuerpo va dando cambios y más cambios que no puedes controlar, aparecen los temores, la sensación de  impotencia, la inseguridad, los sueños, etc. y todo ello con las emociones a flor de piel. Y lo más importante: vives bajo el mandato de tus hormonas, quieras o no.

Existen dos tipos de adolescentes, los que se retraen o los que se comen el mundo y son vistos como ”guay” por sus iguales ; pero todos están escondiendo sus miedos e inseguridades, porque en esta etapa todos las experimentan.

En ocasiones parece que los adultos no entiendan dichas inseguridades o no las detecten. Es bastante normal sentirlas en esta etapa, puesto que es un momento de la vida en que te sientes como en el limbo, no sabes dónde situarte y no sabes qué  hacer en ciertas situaciones, cómo comportarte.

Además, los adultos, lejos de ayudar,  contribuyen a nuestra confusión: en unas ocasiones te dicen que todavía eres un niño… en  otras ya tienes edad suficiente para ser responsable de tus actos…  ¡Por favor explíquenmelo! Ah! Y que alguien le diga a mis hormonas que paren!

En cierto modo ya no eres un niño pequeño, pero claro…tampoco un adulto. Deseas  tener todo lo que sabes que te espera en la adultez, pero YA, de inmediato, sin demora. Y te sobran ciertas cosas que los demás creen necesarias para ti en este momento.

Este es el momento en que nuestros padres  se convierten en la Guardia Civil digamos… Sólo se dirigen a nosotros para controlarnos e interrogarnos. Siendo lo más importante para ellos, las notas… Todo se mueve alrededor de las notas y del colegio. Entonces es cuando te sientes en cierto modo rechazado por tu familia y buscas el apoyo de los amigos.

 La búsqueda de ese grupo de amigos con el que te sientas aceptado, se convierte en otro proceso de cambio,  porque quieres ser como ellos. Adaptas tu forma de vestir, tus hábitos de vida, tus gustos, la forma de hablar, etc. Hasta que sin darte cuenta te estás comportando como alguien que no eres y esto hace crecer en ti un malestar interior que no puedes compartir con tu familia porque ya has asumido anteriormente que no te aceptan.

Esta situación favorece la inseguridad y la sensación de soledad, que se agudiza cuando surge algún conflicto en el grupo de amigos, y de repente, por alguna cuestión, arremeten contra ti. Este malestar se refleja en las notas, en la apatía cuando estamos con gente, en que no queremos hacer nada de lo que anteriormente hacíamos, etc.

¿Qué hacen tus padres para “ayudarte”? Castigarte por tus malas notas. Sus consejos son que te esfuerces, que tendrás tu recompensa. Lo haces, y al  mismo tiempo ves que el compañero de al lado, sin estudiar y solamente copiando, saca la máxima nota.  Otro comentario idóneo por parte de los profesores en el colegio es que te ponen las cosas difíciles para que aprendas para la vida, porque fuera te espera una vida llena de complicaciones (gracias, ahora sólo quiero quedarme para siempre en el colegio.)

Vamos, que el colegio se convierte en el centro del mundo.

“Me encanta escribir, crear, tocar el piano, dibujar… a mi parecer  hago esto bastante bien, mejor que los de mi edad diría yo… pero… ¿quién lo valora? Siento que mis padres no lo valoran. Los defraudo porque en el colegio mis notas son malas y aun encima  pierdo el tiempo con estas cosas”.
El fracaso percibido por el niño es como una bola de nieve que cada vez se hace más y más grande a cada comentario y a cada resultado académico que aparece.
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Como padres,

Cuando detectamos los primeros cambios en nuestros hijos, primero tenemos que aceptar la etapa del desarrollo en la que están, con todas sus consecuencias. Seremos su apoyo y su guía, pero nunca su impositor. Esto favorecerá la relación y podremos ayudarle a ganar autoestima y conseguir sus metas (no las nuestras).

En segundo lugar, el resultado académico de nuestros hijos es importante porque creemos que de él dependerá su futuro, y así es, pero hay muchos otros factores que garantizan el éxito en la vida, como la autoestima, las habilidades sociales u otras  habilidades en las que destaca una persona respecto al resto de iguales. Por lo tanto, gastemos un poco de nuestro tiempo en pararnos a analizar a nuestr@ hij@ y ver qué necesidades tiene y en qué destaca. En base a esto, lo vamos a educar y redirigir lo mejor posible.

Si estos cambios o dificultades nos sobrepasan o creemos que podría existir un problema de carácter clínico; si necesitamos que alguien nos dirija en cuanto a estas pautas con nuestros hijos; o si el chico en cuestión presenta otro tipo de inquietudes que no sabe comunicarnos; en cualquiera de estas situaciones, acudiremos a un profesional para que nos oriente.

Leticia Barciela

Psicóloga


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